Rafael San Martín: la rebelión de la imagen
- Andrea García Casal
- 31 ago 2024
- 4 Min. de lectura
''El artista actúa como una especie de arqueólogo de la propia imagen que está creando, moviéndose por los diferentes estratos que se van acumulando, redescubriendo en ocasiones las primeras capas […] o añadiendo otras nuevas, […] Se pone de esta manera en juego una radical reversibilidad de toda noción temporal que pudiera pensarse inherente al proceso de producción de una imagen’’.
La condición de la imagen. Juan Martín Prada. 2010.
El filósofo Juan Martín Prada es una clara referencia en lo que concierne a la investigación de las imágenes, de la cultura visual en general, arrojando luz sobre la cuestión de su producción digital. En este aspecto, la oración introductoria resulta clave, pues Martín Prada está totalmente en lo cierto cuando reflexiona acerca del abandono del valor tiempo en la construcción de las imágenes digitales.
Dicho de otro modo, el acto de concebir una imagen es un proceso que, si se recurre a medios derivados de lo electrónico, los cuales son capaces de recrear técnicas y soportes plásticos gracias a softwares concretos, se vuelve estratificado; grosso modo siempre es posible volver atrás durante el trabajo.

La rebelión de la imagen. 2023. Imagen digital.
El pintor Rafael San Martín Sánchez (Santander, 1951), sabiendo que la dimensión temporal queda anulada gracias a este modo de creación digital, hace que cada trazo, cada color o cada motivo puedan suprimirse, recuperarse o simplemente cambiar. Lo único existente es el espacio para trabajar; se trata de la simulación de un lienzo vacuo, escenificada por el programa informático; por el software de edición gráfica o de imágenes, dependiendo del caso. Nuestro protagonista, que prefiere denominarse específicamente como pintor digital dada su técnica, aprovecha la opción de añadir, eliminar o modificar elementos sin que esto suponga un daño irreversible, un arrepentimiento palpable o la solución forzosa para la obra definitiva. Cabe aclarar que aquí equiparamos los conceptos imagen y obra de arte, puesto que los programas digitales permiten realizar imágenes que pueden ser obras de arte si su autoría les concede este valor. De hecho, la imagen de una obra de arte, en el ámbito de la pintura (también de las artes gráficas), siempre es la composición; luego se explicará con mayor detalle la relación. Con todo, irremediablemente las obras de arte digitales son intangibles y están sujetas a su mundo electrónico para ser creadas y observadas, salvo que se reproduzcan en otro soporte que las permita existir corpóreamente, sin depender de la tecnología.

Seísmo. 2024. Imagen digital.
Sin embargo, las posibilidades de trabajar la obra, a pesar de proporcionar una mayor comodidad al artista porque puede trabajar con libertad sin preocuparse de fallos técnicos e incluso materiales (mala imprimación, pintura que se mezcla sin quererlo, problemas con los barnices, etc.), para San Martín significan, sobre todo, una forma novedosa de aproximación y realización en lo concerniente al arte pictórico. Está claro que no es el único que ha tenido la idea de volcarse en lo que Martín Prada llama computer art o arte computacional, pero, el pintor santanderino concibe la creación pictórica digital no como un método para facilitarle las cosas, sino como una herramienta de investigación de la relación imagen-composición en la propia obra. En una obra de arte digital, si no se traspasa a un soporte físico, la imagen lo es todo: no existe pigmento, ni lienzo o tabla. Por tanto, la composición de la obra, lo que representa o plasma, de manera figurativa o abstracta, es lo más importante, lo único; siendo imagen y composición términos análogos aquí. La composición cobra el absoluto protagonismo en la pintura digital y el objetivo es trabajar con esta hasta llegar al resultado final. Crear y borrar la composición, o algunas de sus partes, es lo mismo que hacer y deshacer la imagen. San Martín explora estas ideas a través de sus pinturas digitales, de trazos enérgicos, a veces gestuales, otras puramente geométricos. Suele preferir las composiciones abstractas, pero no desdeña la figuración. En cualquier caso, siempre gusta de explorar las cualidades formales de la obra, que, por otra parte, son las únicas posibles para experimentar dentro de un tipo de pintura que solo es visible mediante un monitor o dispositivo semejante. No se trata de mezclar formas y colores aquí y allá, sino de visibilizar sus posibilidades, de dejar patente que la forma, sus colores y texturas aquí, en la pintura digital, lo son todo.

Bajo las aguas. 2024. Imagen digital.
Una suerte de neoformalismo que explota los nuevos medios de trabajo artístico en detrimento de los métodos tradicionales, exaltando de todos modos la plasticidad de la obra de arte, de la configuración del trazo que sutilmente tiene detrás los píxeles, de la cromática RGB que, con precisión, muestra la multitud de combinaciones de colores, de tonos, de intensidades diferentes; siempre pudiéndolas regular con una precisión inigualable. Incluso, dotándolas de la sensación de luz y de oscuridad. Asimismo, de la texturización de la obra digital, que simula cualidades hápticas en una superficie que se reproduce como plana. En todas las obras creadas hasta la fecha, La rebelión de la imagen, pese a no ser la más representativa en cuanto al estilo abstracto y gestual del autor, sin lugar a duda resulta significativa por su título, tan relacionado con la praxis artística de San Martín.
Imágenes cortesía del artista.
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