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Manifiesto: un arte del presente, un arte sin sesgos

  • Foto del escritor: Andrea García Casal
    Andrea García Casal
  • 20 jul 2024
  • 11 Min. de lectura

''Cualquiera que sea la época, las etiquetas nunca han reflejado fielmente la realidad: de lo contrario, las obras serían superfluas''.


Declaraciones de Gustave Courbet sobre el realismo, mejor conocida como Manifiesto del realismo. 1855.



El pintor Gustave Courbet, el cual es considerado pionero del realismo en la historia del arte occidental —a pesar de las numerosas puntualizaciones necesarias para aclarar lo que en verdad supuso su trabajo frente a anteriores manifestaciones similares—, explicó con mucho acierto una cuestión que, hoy día, no tiene exactamente el mismo valor, pero sí una idéntica relevancia: las etiquetas artísticas.


Las etiquetas, en nuestro contexto de la disciplina del arte, pretenden definir y encasillar a les artistas y sobre todo a sus obras de arte, teniendo en consideración una serie de características predeterminadas que facilitan su posterior clasificación. Tratándose de una suerte de taxonomía linneana, en la metodología de la historia de arte es imposible rehusar las etiquetas, pero nunca se las denomina como tal. Podemos hablar de estilo, de movimiento, de tipo, de género...; no de etiqueta; son categorías de clasificación.

Los movimientos artísticos, por ejemplo, son una de las principales etiquetas que debemos conocer en nuestro campo de saber. El realismo es un movimiento del arte cuya fundación se la atribuimos a Gustave Courbet de manera clásica, pero como bien aclaró él en su manifiesto —tampoco concebido como manifiesto originalmente—, ''[m]e impusieron el título del realismo como a los hombres de 1830 el del romanticismo''.


Por tanto, Courbet desarrolló un tipo de pintura comprometida con la realidad, con la pretensión de reflejar la época en la que vivió, pero no necesariamente debía llamarse realista y se le rechazó por su forma de concebirla. Jamás tuvo la intención de denominarse realista. Lo mismo sucedió con otros movimientos, verbigracia, el impresionismo, el fauvismo o el cubismo; quienes los concibieron no les asignaron tales nombres a los conjuntos de sus innovadoras piezas. Además, algunas de estas etiquetas, aunque hoy estén normalizadas, fueron muchas veces despectivas, impregnadas de una crítica negativa en contra de quienes se encuadraban en estas.


El arte del presente tampoco puede prescindir de las etiquetas, aunque es cierto que resulta cada vez más difícil intentar categorizar lo que se va produciendo, dado que las artes visuales son múltiples e incluso muy complejas en ocasiones. Además, existen numerosas formas de concebir una obra a nivel estético, conceptual, técnico y material, etc. Resulta más importante aún destacar que, a pesar de que algunas etiquetas en el arte contemporáneo son grosso modo válidas, como las que definen a movimientos artísticos relativamente recientes, pero ya lo bastante asentados, al estilo de neopop, Superflat o el Lowbrow art, en la mayor parte de veces no existe una categorización basada en la ciencia, en el saber, del arte y su historia.


Dicho de otro modo, en el arte actual, al no existir un trasfondo histórico —como no puede ser de otro modo— para estudiarlo debidamente, lo más común es que se utilicen criterios subjetivos para crear nuevas etiquetas que, generalmente, no son prácticas para la investigación y difusión artística. Son etiquetas imprecisas, basadas en la subjetividad, en el gusto impuesto de unes que opinan, que critican en definitiva, el arte coetáneo con mayor o menor fundamento.


Por supuesto, al margen está la importante labor de investigación en los departamentos de numerosas universidades, la gestada en determinadas instituciones e incluso por parte de profesionales independientes. En estos ámbitos, se tiende a prescindir de las etiquetas de nueva creación o bien se utilizan con mayor cuidado y matizadas, dotándolas de mayor precisión y claridad.


Por lo demás, llegan a surgir etiquetas que aspiran a definir a une artista o a una pieza artística que son, incluso, de este tipo: ''fresco'', ''atrevido'', ''alegre'', ''interesante'', ''sin calidad'', ''sin interés'', ''no demasiado bueno'', ''mediocre''.


Y lo peor no son las etiquetas, los meros adjetivos, sino que quien los pronuncia se considera con criterio suficiente como para manifestarlos, categorizando a su manera el arte contemporáneo, dando el visto bueno a determinades artistas y rechazando a otres. De este modo, el gusto puede disfrazarse de un aparente conocimiento del panorama artístico, tan profuso y amplio por parte de quien lo posee, que le dota una extraordinaria capacidad para juzgar lo que es arte bueno y arte malo, lo que resulta auténticamente interesante y novedoso y lo que es tedioso y reiterado.


Además de proliferar estos juicios de valor tan peculiares, otro problema ligado con las etiquetas es que estas llegan a engendrar corrientes de gustos que pueden ser hasta férreas y generalizarse culturalmente. Resulta extraño pensar que para unes el arte de base pop es aceptable y para otres evoca lo puramente comercial, y, por tanto, no es interesante mostrarlo. Primero, debe explicarse qué es el arte de base pop, al que podemos llamar neopop: es el heredero del pop art del siglo XX, aunque con el paso del tiempo ha ido evolucionando, especialmente en las últimas décadas parece difícil, como se comentó, aplicar etiquetas-categorías al arte del presente, aunque algunas como estas sí están lo suficientemente consolidadas—.


Entonces, se dan circunstancias en las que el arte neopop gusta por su temática popular, más cercana a lo cotidiano, así que merece la pena hablar de este, y en otras situaciones, el neopop no gusta porque precisamente su temática es tan conocida y cercana para el público que se aprecia como demasiado vendible: entonces, se repudia. En ocasiones, el arte neopop, de nuevo a causa de los temas e iconografías que trabaja, al final ni puede ser investigado o difundido, ni tampoco vendido; pasa directamente a las etiquetas demoledoras de ''aburrido'' y ''reiterado''.


En otros casos, el arte conceptual es el más admirado o el más marginado. Habrá personas que consideren interesante ver una obra de arte performativa que narre la historia personal de una artista feminista decolonial, pero otras pensarán que dicha artista, al tocar la cuestión de lo decolonial bajo su perspectiva —también feminista, de cualquier manera—, ya deja de ser interesante. O dicho de un modo más claro: la interseccionalidad entra en juego, por lo que determinadas ideologías y creencias pasan a ser discriminadas por grupos concretos que consideran superior, o único, su modo de ver la vida.


Ni qué decir cuando se presentan artes diferentes a las convencionales, por ejemplo, las artes derivadas de los medios electrónicos, como las que se apoyan en los videojuegos o internet. Normalmente, este tipo de artes no suelen tenerse tanto en cuenta, así que es difícil incluso que sean consideradas arte por parte de los círculos mainstream que trabajan de un modo u otro con el arte contemporáneo, y que son los primeros en lanzarse con las etiquetas a intentar evaluar lo que ven.


Dicho de otro modo, las artes tradicionales pintura, escultura, arquitectura, fotografía, performance, instalación, etc. están normalizadas, independientemente de la opinión que se tengan sobre estas, por lo que sí participan activamente en el arte contemporáneo, para bien o para mal. Empero, las artes más nuevas, o mejor dicho, peor conocidas, ya que generalmente no están masificadas recordemos, artes relacionadas con lo electrónico, con lo digital, suelen permanecer aisladas de la programación artística por programación artística, se comprende todas las actividades llevadas a cabo para fomentar el arte contemporáneo, su creación, exhibición y divulgación—. Tampoco es corriente, por cierto, que se investiguen a nivel académico. Son las grandes invisibilizadas. Sin embargo, asimismo son las más rompedoras.


En medio de todas estas controversias, sin lugar a duda, no hay nada más distintivo de lo convencional en el arte contemporáneo que admirar un arte neutral. Sin lugar duda, aquí nace el punto más controvertido, seguramente, de este manifiesto. Con neutral entendemos un tipo de arte, sea cual sea su manera de manifestarse, cuyo trasfondo es, básicamente, la exaltación de los materiales y las técnicas usados. Sí, en efecto, acaba de surgir una etiqueta subjetiva —se intentará que no vuelva a ocurrir en el Manifiesto, que aquí se ha establecido para designar a una rama del arte abstracto, encarnada por lo general a través del dibujo, la pintura y el grabado. El arte abstracto es el que tiene más facilidad para exhibir lo neutral, lo blanco y a este se suele recurrir con tal propósito. Le sigue en importancia el arte figurativo de raigambre tradicional en sus temas, véanse, los retratos, la pintura de paisajes —muy especialmente, la naturaleza muerta y el bodegón, que no pasan de moda, pero pueden ser muy indiferentes en su significado.


Regresando al arte abstracto neutral, los trazos, los colores y las texturas dictan el interés de la obra de arte y verlos provoca gusto. No importa que el público sea entendido o no en arte contemporáneo, pues se piensa que lo abstracto, por su carácter arrepresentacional, no hace falta comprenderlo más allá de su apariencia estética, a pesar de que sí suele transmitir ideas trascendentales. Incluso, el arte abstracto neutral las detenta porque también reflexionar resulta laborioso reflexionar sobre la manera de usar los materiales y ejecutar las técnicas, además de que el proceso para crear la obra siempre es complejo y la experimentación suele ser frecuente.


En todo caso, un dibujo en papel que pertenezca a este arte abstracto neutral tiene la opción de ser etiquetado como fresco y atrevido, pero en realidad, consiste en formas y colores dispuestos de un modo concreto; podrían ser pinceladas ágiles, espontáneas y con aplicación azarosa del goteo de pintura para dar un efecto de dinamismo. Con el pretexto de que el arte neutral carece de un significado fuera de lo formalista o informalista que es lo cual, ya dije, es importante de todos modos—, su exaltación es casi hegemónica.

A veces, este rasgo de neutralidad puede ser práctico para favorecer las ventas, sobre todo cuando se intentan fomentar las cualidades ornamentales de este tipo de arte. Pero, sí se encarece el valor de la pieza como objeto artístico. No puede olvidarse que el teórico del arte Clement Greenberg, seguidor del arte abstracto y de la técnica all-over clásica del pintor Jackson Pollock, arguyó que ''[a]unque el cuadro all-over no deja de ser pintura de caballete, [...] se aproxima considerablemente a la decoración —a las formas del papel pintado, que son capaces de propagarse de manera indefinida—'' (La pintura moderna y otros ensayos, 1960). No obstante, él aclaró que la aproximación a la decoración es una característica más de la pintura all-over, pero no la única que detenta. Una obra de arte que solamente adorna es algo bastante extraño de ver, pues el ornamentar no suele ser un propósito —al menos, no el exclusivo— de les artistas.


Evidentemente, no se va a excluir a este tipo de arte aquí, pues todo el arte tiene cabida, ya que la pluralidad es objetivo vital de esta revista. Pero, cuando se aborde el arte abstracto neutral, se hará desde una perspectiva basada en la investigación, en la reflexión concienzuda, y no bajo etiquetas irrelevantes que intoxiquen el texto: ''alegre'', ''divertido'', ''colorido'' son palabras sin significado notable para explicar el arte abstracto neutral —ni ningún otro—.


La écfrasis de Miss Goethe es una revista de arte contemporáneo de índole courbetiana, es decir, que quiere luchar contra las etiquetas subjetivas en el arte actual, y que encuadran como buenes y males a les artistas sin ningún tipo de juicio más allá del gusto.


Refiriéndonos brevemente al filósofo Inmanuel Kant y su Crítica del juicio seguida de las observaciones sobre el asentimiento de lo bello y lo sublime (1790), explica con exactitud esta cuestión del gusto en las siguientes líneas: ''el juicio del gusto es un juicio estético, es decir, un juicio que descansa sobre principios subjetivos, y cuyo motivo no puede ser un concepto, y por tanto, concepto de un fin determinado''.


Cabe rebatir esta tesis considerando que la mirada aportada por La écfrasis de Miss Goethe igualmente contendrá cierta subjetividad, pues es imposible evadirla en una disciplina como el arte. Sin embargo, los contenidos relacionados con la revista no están vinculados a gustos personales, pretendiendo abarcar la pluralidad de artes que existen hoy día para enriquecer nuestra perspectiva; nuestra cultura. Lo subjetivo, el conocimiento que tengo como fundadora de la revista, lo utilizo de la forma lo más objetiva posible.


Regresando a lo que nos ocupa del Manifiesto, el arte coétaneo padece una corrupción marcada por la imposición del gusto personal como criterio legítimo-único para valorar el arte.

También dijo Courbet en sus Declaraciones que ''[s]er capaz de traducir las costumbres, las ideas, la apariencia de mi época desde mi punto de vista, ser no sólo pintor, sino también hombre'' era su designio. De hecho, quiso ''hacer un arte vivo''. Courbet trascendió en la historia por su pintura rupturista y tuvo su público cuando vivió, pero a nivel de los círculos artísticos oficiales, fue rechazado.


Desde la revista, igualmente es intención primordial evitar la pervivencia de actitudes que marginan a determinades artistas, y que además proliferan en multitud de contextos que no necesariamente tienen que ver con los citados círculos artísticos oficiales que rehusaron a Courbet en el pasado. Tales actitudes son las que asimismo crean las etiquetas y en muchas ocasiones entorpecen o por lo menos soslayan el arte actual y su desarrollo.


En esta línea, crear una revista para hablar del "arte vivo" resulta una labor importante, sobre todo porque, de nuevo mencionando a Courbet y a su trayectoria tan divergente entre la esfera pública-oficial del arte y la privada, lo que normalmente conocemos del arte del presente resulta sesgado. Puede parecer pretencioso intentar abarcar todo el arte contemporáneo, pero la idea es mostrar, no solo mediante los contenidos de la revista, sino a través también de los exclusivos de las cuentas de redes sociales, la producción viva del arte; el arte del presente. En síntesis, este medio se identifica por su carácter tolerante, abierto y universal hacia las diversas manifestaciones del arte actual.


Por tanto, además de entrevistas, se ofrecen textos teóricos sobre artistas diverses. Artistas nacionales e internacionales, de diferentes disciplinas, son protagonistas de las entradas de esta revista digital. Textos teóricos en lugar de críticas de arte es el término predilecto para usar aquí, ya que la crítica de arte posee un carácter confuso si ahondamos profundamente en el propio concepto de crítica. Una crítica puede ser positiva o negativa, pero también aduladora o devastadora. El acto de criticar en arte está demasiado impregnado de subjetividad y recae en la imposición del gusto personal. En La écfrasis de Miss Goethe se quiere investigar y difundir el arte contemporáneo; no dictaminar acerca de lo que —me— gusta más o menos.


Para finalizar este Manifiesto, está bien aclarar el título de la revista. Tiene mucho que ver con lo último que se ha comentado acerca de textos teóricos versus críticas. La écfrasis es, según el Diccionario de la lengua española, la ''descripción precisa y detallada de un objeto artístico''. La descripción del Escudo de Aquiles es considerada una de las primeras ecfráseis, escrita por Homero y presente en la Ilíada (finales del VIII a.C.). Aunque fuera un objeto artístico imaginario —aunque posiblemente basado en uno real—, la precisión con la que es transmitido resulta destacable. Las ecfráseis se incrementaron —sobre todo, porque no se ha perdido su rastro— en el Imperio bizantino. En honor a este tipo de literatura, que informa más que ornamenta, la revista lleva el nombre de écfrasis. Asimismo, se pretende tender un puente entre las ecfráseis del mundo antiguo y medieval y la literatura gris sobre arte contemporáneo, ya que el trabajo presente en La écfrasis de Miss Goethe intenta ser científico, riguroso; describe y explica, no inventa ni ornamenta.


Finalmente, Miss Goethe es el seudónimo que empleo únicamente en redes sociales. Posee un doble significado. Por una parte, remite a la pintora neoclásica Angelica Kauffman, que obtuvo renombre internacional en vida y ha pasado a la historia como una de las artistas más célebres. Es una de las pintoras del pasado que más me apasiona, dado el feminismo incipiente que ha logrado plasmar en sus obras —haciendo énfais en aquellas donde cultivó el complicado género de la pintura de historia—. Por otro lado, Kauffman fue amiga del escritor heterogéneo Johann Wolfgang von Goethe, así que se rinde homenaje asimismo, a través del seudónimo Miss Goethe, a un gran escritor y también teórico del arte de la historia occidental.



Por Andrea García Casal. 20 de julio de 2024.

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La écfrasis de Miss Goethe, por Andrea García Casal

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