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José Palacios: Salvaje o la corrupción del Paraíso Terrenal

  • Foto del escritor: Andrea García Casal
    Andrea García Casal
  • 19 oct 2024
  • 7 Min. de lectura

''Tintín […] encarnó las virtudes civilizadoras de la raza blanca. En su aventura más exitosa, Tintín visitó el Congo, que todavía era propiedad de Bélgica, y allí se rio mucho de las ridiculeces de los negros y se entretuvo cazando. Fusiló a quince antílopes, desolló a un mono para disfrazarse con su piel, hizo estallar un rinoceronte con un cartucho de dinamita y disparó a la boca abierta de muchos cocodrilos. […] El viaje fue muy divertido''.


Tintín entre los salvajes, en Los hijos de los días. Eduardo Galeano. 2012.


El escritor Eduardo Galeano, en su libro Los hijos de los días (2012) emplea un tono crítico e irónico para hacer reflexionar al público sobre la presencia voraz del capitalismo, el machismo y el racismo en el mundo contemporáneo, además de la destrucción desmedida del medioambiente. En concreto, todas estas cuestiones se encuentran interseccionadas en pasajes al estilo de Tintín entre los salvajes. Aquí se destaca, con bastante sorna por parte del autor, la crueldad de la raza blanca y sus ansias por implementar la civilización occidental durante su expansión invasora-colonial, despreciando —aspecto que aparece muy bien reflejado en la historieta original de 1931— cualquier otro pueblo; considerándolo inferior, al igual que todo aquello que le rodea.


Escondite. 2023-2024. Técnica mixta sobre lienzo. 96 cm x 88 cm.


La descripción de cómo Tintín, un personaje joven y aparentemente inocente, es capaz de cazar tantos animales salvajes por diversión, los cuales están viviendo plácidamente en su hábitat natural, puede resultar chocante hoy día. Sin embargo, en su época estaba normalizada esta situación. Actualmente, la caza mayor, cuando se practica masivamente, sin control y/o de manera furtiva, recuerda mucho a esta historieta. Por otro lado, les amantes de la caza recurren, cuando sus —cuantiosos— sueldos se lo permiten, al denominado turismo cinegético para entretenerse a lo Tintín en el Congo. Y si las posibilidades económicas se ven diezmadas, deciden marcharse con sus licencias a cazar jabalíes y venados en periodos de control poblacional. Algunes defienden que se trata de un deporte.


José Antonio Palacios Altares (Madrid, 1970), mejor conocido como José Palacios en el mundo del arte, a través de su serie Salvaje (2023-2024) está denunciando precisamente dos de los males que citó Galeano: la invasión-colonización y disfrute por parte de Occidente de los territorios de los que se ha apropiado y, en relación con esto, los daños que sufre la naturaleza allí radicada.

Se trata de una serie impregnada de un fuerte carácter crítico, en la que la figuración ilusionista no se utiliza porque nuestro protagonista rechaza el verismo en el arte. Su método de expresión en la plástica no puede basarse en la recreación o imitación de la realidad visible, pesando más la parte conceptual y expresiva que lo puramente aparencial. Al final, su pintura transmite valores que transcienden la realidad visible en el aspecto de que múltiples cuestiones se muestran en una misma composición, sin necesidad de ir plasmando obra por obra su denuncia general hacia la destrucción de todo aquello que es salvaje, silvestre; en síntesis, perteneciente a la naturaleza. En especial, Palacios incide en cómo las industrias que obtienen recursos naturales, al igual que el turismo, sea del tipo que sea, terminan por segar la vida de muchos ecosistemas, de los paraísos terrenales del planeta, atacando a los animales y a las plantas, y configurando nuevos espacios donde difícilmente puede regresar la vida tal y como se presentaba con anterioridad. Por supuesto, el cambio climático va de la mano en este aspecto.


Visitantes. 2023-2024. Técnica mixta sobre lienzo. 150 cm x 120 cm.


A colación de esto, afirmó el cronista mayor de indias Antonio de León Pinelo, en su obra El Paraíso en el Nuevo Mundo (1656) —la cual recogemos en su nativo español medio— que ''[e]s el sitio de la Equinoccial donde quiera que se considere el más calificado y preheminente por naturaleza de todos los del Mundo. En el no se mudan los tiempos, son siempre iguales los días y las noches, ellas con la frescura que basta, ellos con el calor que conserba el perperuo berdor de las Plantas, en continua hermosura los Campos, sin que el frío los marchite ni el rigor los agoste'' (Antonio de León Pinelo, El Paraíso en el Nuevo Mundo, 1656). Localizó el Paraíso Terrenal, el Edén genesiaco en América del Sur, particularmente en la Amazonia por su ubicación en la Tierra, poseyendo de esta manera unas condiciones climatológicas excepcionales para la vida próspera, destacando su abundante fauna, flora y tierra útil para practicar no solo el cultivo, sino la minería.


En sus obras, Palacios apuesta por un lenguaje muy personal que lleva desarrollando en sus últimos años, el cual se identifica fácilmente por la cromática vibrante, incluso fluorescente, que dirige nuestra mirada con agilidad hacia la composición. Todo esto deriva de un alejamiento del tratamiento neocubista y neopop que caracterizó al artista la mayor parte de su carrera, a pesar de que las reminiscencias al arte pop todavía están implícitas al utilizar colores llamativos.


A pesar de que el colorido se mantiene en la tónica habitual del artista, aquí su viveza alude a un vergel; al paraíso virginal o apenas explorado, el cual se encuentra o va a hallarse envuelto en problemas de conservación debido a los estragos de la humanidad. De ahí que la serie se denomine Salvaje, evocando todo lo indómito que, por otra parte, está bajo amenaza. La idea de salvaje recuerda en cierto modo a les pintores fauvistas, pioneres de las demás primeras vanguardias del arte del siglo XX, cuyo nombre fue dado por la crítica negativa, significando ''las fieras''. Una fiereza en el uso del color que resulta antinaturalista y que fue rechazada por los sectores conservadores de la época.


Burrapato feliz. 2023-2024. Técnica mixta sobre lienzo montado en paspartú pintado. 103 cm x 96 cm.


Se produce igualmente una controversia, ya que la noción de chillón es más una sensación que nos provoca alarma en lugar de alegría. Lo salvaje es lo vivo, pero igualmente lo que lucha por sobrevivir, tratándose de una serie con una fuerte connotación crítica. De forma pre-iconográfica, detectamos la presencia de estos colores vivos y saturados en la obra de Palacios que se enredan entre sí creando formas abstractas mediante pinceladas dinámicas y abundante presencia de materia dispuesta de maneras distintas. Dependiendo de la técnica empleada, emplea dibujo, pintura acrílica dispuesta con el pincel o la espátula. Pinta también directamente del tubo, con goteo y aerosol, por citar algunos ejemplos encuadrados en su amplia técnica mixta, basada igualmente en la importancia de la gestualidad como marca del artista.

Las obras puramente abstractas en Salvaje son escasas en comparación con aquellas que mezclan figuración y abstracción, pero cuando estas se producen, manifiestan colosales motivos pictóricos que pueden ser abstractos solo superficialmente y tal vez sugieran grandes masas forestales o flores titánicas. En cualquier caso, predominan las formas abstractas, sean sugestivas o no, con aspecto redondeado, las cuales pueden vincularse con el experimento de Bouba-Kiki, tratándose estas formas de Bouba —ligadas a lo redondeado, blando, suave y relajante, siendo Kiki todo lo opuesto—. A pesar de esto, dado el aspecto crítico de la serie, se produce una confrontación con el significado mayoritario que se le da a Bouba.


Regresando a León Pinelo y las cualidades que encontró al Paraíso Terrenal —el ''perperuo berdor de las Plantas'' que nos exhibe Palacios—, fueron las que realmente tuvieron que ver con ''[l]a causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas'' (Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, publicada en 1552). El cronista —no oficial— de Indias, Bartolomé de las Casas, escribió su Brevísima relación de la destrucción de las Indias más de cien años antes que el ensayo de León Pinelo acerca del Paraíso Terrenal. Aquí, el autor visibilizó la cuestión del enriquecimiento por industria extractiva del Imperio Español en las zonas de América que estaba conquistando, aunque incidió mucho más en el genocidio producido a los pueblos nativos.


Por tanto, ese Jardín del Edén ''Equinoccial'' empezó a dañarse desde hace más de quinientos años —sin contar los actos de civilizaciones antiguas, sobre todo en otros continentes, como la romana—, cuando claramente no había una conciencia ecológica operando. La explotación de la naturaleza para conseguir ''henchirse de riquezas'' significa que poco respeto se tiene, incluso con el avance del pensamiento y el consecuente desarrollo de las ciencias, a esa suerte de ''Vergel Primigenio'', ausente de huella antrópica. Como apunte interesante, la Amazonia, donde se hallaría el Paraíso Terrenal para León Pinelo ha perdido de 2001 a 2020 un total de 54,258,100 hectáreas de bosque por culpa de la deforestación, sin contar otros efectos negativos aparejados, por ejemplo, la pérdida de la biodiversidad. Una biodiversidad que, regresando al comienzo, se ve diezmada asimismo por la cinegética en modalidad furtiva o poco restrictiva.


Detalle, Cuatro imágenes de verano. 2023-2024. Técnica mixta sobre lienzo montado en tabla. 88 cm x 60 cm.


En este punto, la pintura que incluye figuración dentro de la serie Salvaje muestra una serie de motivos zoomorfos —con la incursión puntual de alguno antropomorfo— y fitomorfos, especialmente palmeras, que se mezclan con figuras de vehículos, incidiendo en los aviones y los coches. En ocasiones, también aparecen elementos al estilo de nubes, entretanto los grandes campos de color sin definir ayudan a enmarcar un símil de paisaje de fondo. No obstante, el carácter esquemático de las figuras, y la planitud de la composición, estando todas ubicadas sin profundidad —por el rechazo al verismo que caracteriza a Palacios—, recuerda que estamos delante de una obra de arte, por tanto, de un objeto que no imita, sino que sintetiza la realidad visible y nos arroja una visión diferente y profunda acerca de esta.


La figuración aquí, incluso tienen un toque naíf, jugando con la mente del público, del mismo modo que sucede con el uso del color. Esta cuestión lleva a reflexionar, pues una imagen desenfadada, que en ocasiones roza la caricatura, puede contener un mensaje de denuncia y advertencia detrás. De hecho, así es. Al conocer el trasfondo de Salvaje, nos preocupa la presencia de los animales difíciles de identificar que a veces se muestran enseriados y otros que representan quimeras imaginadas por el artista e incluso monstruos en alusión a los paraísos ignotos y a los vergeles corrompidos por el ser humano. Llama la atención cómo incursiona la figura del ser humano, casi siempre ausente a lo largo de la serie, estando armada con un rifle y en compañía de una criatura teriomorfa con rostro de ratón que igualmente posee una pistola. El arma de fuego es el epítome de la violencia contra la naturaleza, y todo lo que habita en esta.


Imágenes cortesía del artista.

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