Gijs Ambrosius: realidad dislocada, fantasía que goza en su impulso
- Andrea García Casal
- 23 nov 2024
- 5 Min. de lectura
''¿Cómo hemos de juzgar esas composiciones que parecen física y espiritualmente imposibles, o, gracias a la mediación del arte, irrumpen ante nosotros con toda la energía de la realidad? ¿Qué relación tienen estas figuras oníricas con el concepto de feo? […] La fantasía goza en su impulso en cuanto se desvincula casi de la obediencia que debe a lo positivo, en el reproducirlo gracias a una libre creación de figuras que sólo pertenecen a su fuerza creativa específica''.
Estética de lo feo. Karl Rosenkranz. 1853.
En su ensayo, el esteta Karl Rosenkranz se propuso disertar sobre lo feo como categoría estética, proponiendo una mirada renovadora hacia el arte en su época. Sin embargo, no consideró lo feo como algo estrictamente necesario, pero sí existente y, por tanto, independiente del concepto de belleza, tratándose de su antítesis. Llegó a la conclusión de que la genialidad artística puede valerse de recursos que se alejan ‘’de lo positivo’’; de las pautas que deben seguir para ser correctas. Por ejemplo, la imaginación tiene la capacidad de desbordar la noción de correcto y aventurarse más allá de los límites de la belleza convencional, hallando nuevas formas para manifestarla, sin ser algo feo como tal.

Spiral calvary (Prefiguraciones). 2024. Técnica mixta (con base acrílica y tinta china) sobre tablero de fibra de densidad media (MDF). 50 cm x 45 cm.
En este aspecto, el pintor Gijs Ambrosius (Alkmaar, 1956) crea, gracias a su imaginación, un tipo de pintura que nace desde lo más hondo de su ser. Su trabajo tiene un alto componente onírico, pero también está basado en visiones de la naturaleza y un gusto especial por el arte popular.
Su carrera ha evolucionado desde la figuración postexpresionista de cara a representar la realidad visible, hacia un arte que termina por desfigurarla, o si se prefiere, abstraerla bajo la mirada del artista. Así las pinturas que cultiva actualmente se componen de las imágenes tanto abstractivas de elementos provenientes de la realidad visible —no pudiendo ser de otro modo— como de aquellas surgidas del inconsciente; estas últimas le son reveladas a través de los sueños, y puede encarnarlas a posteriori en el estado de vigilia.
La mixtura de imágenes da lugar a lo que Ambrosius denomina prefiguraciones, es decir, piezas artísticas cuyas composiciones representan algo que todavía no se ha concretado, por tanto, el público puede interpretarlas de maneras distintas. De este modo, se enriquece la obra misma; dotándola de múltiples significados. Las prefiguraciones conforman el total de su trabajo artístico hoy día y, de forma poética, por su apariencia tan particular es posible decir que vienen de otro planeta; del mundo personal del artista. Se trata de composiciones pictóricas, realizadas sobre todo con rotuladores de punta fina y acrílico, que tienden a recrear formas entrelazadas, complejas y aparentemente interminables que terminan por abandonar, metafóricamente, el límite del soporte. De igual manera, el pintor recurre a la eliminación de pintura en determinadas áreas, normalmente las más oscuras, para volver a pintarlas posteriormente, dando lugar a una pintura en la que las capas de material son cruciales. Una suerte de pintura estratigráfica.

Sin título (Prefiguraciones). 2024. Técnica mixta (con base acrílica y tinta china) sobre tablero de fibra de densidad media (MDF). 50 cm x 45 cm.
Estas formas son sugestivas de lo orgánico, recreando una suerte de paisajes fantásticos, irreales, pero de gran vitalidad. También sugieren, incluso, aspectos ignotos de la Tierra o del universo, o relacionados con la microbiología. En la mayor parte de ocasiones, los motivos vienen delimitados por los contornos delgados, pero en momentos puntuales, es la materia pictórica la responsable de marcar formas de índole texturizada que emergen en la planitud de la superficie.
Mientras, la cromática de sus obras más recientes tiende a mostrar la predominancia de los colores cálidos, sobre todo el rojo y el naranja, dando una sensación enérgica, pero también caótica a sus obras; en estos casos, parece que la confusión se apodera de la obra, jugando con la mente del público. En otras piezas resulta frecuente la contraposición entre la paleta cálida y la fría, utilizando colores complementarios, especialmente la relación rojo-verde y naranja-azul. Se produce, así, una lucha intestina en los valores formales de la composición, haciéndola muy llamativa e incluso épica, como si los colores opuestos entrasen en un conflicto veraz, humanizado.
Al final, son todas estas las ''composiciones que parecen física y espiritualmente imposibles'' a las que aludió Rosenkranz, que solamente pueden darse en la mentalidad de un artista cuando expresa potentemente ''su fuerza creativa específica'' sin ataduras. A colación de esto, es práctico destacar que Ambrosius no ha recibido formación en arte, tratándose de una pasión que él ha trabajado por su cuenta. Sin embargo, no resulta una desventaja, sino todo lo contrario, ya que parte de cero a la hora de crear y no debe seguir, ni atormentarse, por los postulados de lo correcto en oposición a lo incorrecto.

The mask (Prefiguraciones). 2024. Técnica mixta (con base acrílica y tinta china) sobre tablero de fibra de densidad media (MDF). 25 cm x 25 cm.
Debido a esta singularidad, Ambrosius es bien acogido en círculos artísticos relacionados con el arte bruto, más conocido por su término anglosajón art brut. El arte bruto es, en esencia, un tipo de arte marginal, cuyas fronteras no son del todo claras y ha llegado a generalizarse demasiado tal denominación. En cualquier caso, el artista Jean Dubuffet fue quien acuñó este concepto de art brut, preocupado por legitimar la producción artística de personas ajenas a la normatividad cultural. Según Dubuffet, en el art brut, ''los creadores […] recurren totalmente a sus propios recursos y no a los estereotipos del arte clásico o de moda. Asistimos así a una operación artística pura, no refinada, reinventada a fondo, en todos sus aspectos, por el creador, que actúa enteramente por sus propios impulsos. Así pues, tenemos un arte que pone de manifiesto la única función de la inventiva'' (El arte bruto preferido sobre las artes culturales, Jean Dubuffet, 1949).
Sin lugar a duda, nuestro protagonista representa, en cierto modo, el concepto de art brut, ya que su plástica está fuera de las convicciones que constriñen o directamente apartan a numeroses artistas, tengan o no formación en arte, del panorama artístico en particular y del cultural en general. Dubuffet se acerca a la postura de Rosenkranz cuando aprueba ''la función de la inventiva'', de la imaginación, de la fantasía revelada con maestría.
En suma, lo de Ambrosius y sus obras es una realidad dislocada. La de un artista que mediante la introspección y la ficción es capaz de pintar —y asimismo de escribir poesía y realizar teatro, que son otras de sus vertientes artísticas, dado que es un artista polifacético—, pero está dis-locado, lo cual etimológicamente expresa la idea de desplazamiento, en latín. Disfruta de la creación apartado de la normatividad, exteriorizando su yo con el dibujo y el color, sus alegrías y preocupaciones, fortalezas y miedos, incluso, sus inclinaciones hacia la religión y la filosofía. Sin importarle qué consideración pueden tener otres de él, mantiene su predilección por el arte más allá de lo que pueda conseguir en el futuro. Una actitud adecuada para quien, bajo la tesis rosenkranziana, innova, haciendo que ''[l]a fantasía go[ce] en su impulso en cuanto se desvincula casi de la obediencia que debe a lo positivo''.
Imágenes cortesía del artista.
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