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Comentario: The nest. Jacob Brostrup. 2024

  • Foto del escritor: Andrea García Casal
    Andrea García Casal
  • 13 feb
  • 3 Min. de lectura


The nest. 2024. Óleo sobre lienzo. 170 cm x 150 cm.

Imagen perteneciente a: Jacob Brostrup.


El artista Jacob Brostrup está especializado en la pintura de paisajes, particularmente de entornos residenciales, siendo sus vistas de interiores domésticos muy destacadas a lo largo de su trayectoria. En las últimas obras de Brostrup, el pintor abandona la presencia de figuras humanas, que era frecuente en su trabajo, originando auténticos espacios liminales, donde la flora silvestre es la única habitante.


En la obra The nest, un enorme salón dotado con chimenea, la cual establece el eje de la composición, acompañada de inmensas vitrinas exhibiendo objetos de porcelana, sucumbe a una inundación paulatina. Termina formándose una suerte de ciénaga con densa vegetación que oculta el suelo de la estancia. Por otro lado, en la parte central superior, encima de la chimenea, la pared y el techo están semiderrumbados, mostrando un enorme hueco en la estructura, fruto de la fuerza de los árboles y otras plantas abriéndose camino hacia el interior del salón —la cual goza de iluminación natural, venida principalmente de los vanos de la derecha de la composición—. El lugar, al abandonarse, ha sido tomado por la naturaleza. Lo que un día fue un ambiente tanto regio como confortable se ha transformado en la liminalidad; en un espacio inservible para el ser humano. Sin embargo, la suntuosidad de los interiores residenciales, tan característica de la obra de Brostrup, transmite una belleza con ecos románticos, ligada a la estética de lo sublime.


La estética de lo sublime remite a la sensación de deleite y, a la par, de inquietud evocada por algunas imágenes, normalmente, aquellas que transgreden algún tipo de límite. En el caso de esta pieza, así como de otras creadas por nuestra protagonista, el placer es suscitado por la belleza del entorno representado, inmenso y decorado de manera profusa y acertada, aunque también provoca desasosiego el propio tamaño de la estancia. Aquí, la cualidad de ser gigante pasa de ser positiva a negativa porque permite al lugar convertirse en la nueva casa de la naturaleza circundante. Por tanto, la idea de devastación de un espacio que anteriormente era habitable nos ocasiona sentimientos encontrados de belleza y abandono. Tal vez haya una intención secundaria de concienciar sobre la importancia de la conservación frente a la dejadez del patrimonio cultural, o bien, al contrario, de enseñar que a veces es inevitable su pérdida parcial o total. Desde la perspectiva del teórico John Ruskin, era preferible que el monumento arquitectónico muriese por la acción del paso del tiempo y sus consecuencias a nivel material respecto a intentar mantenerlo en buena condiciones; vivo en definitiva, bien conservado. La belleza de la ruina, típica del Romanticismo, radicaba en este concepto.


Asimismo, puede conectarse con la noción de lo real maravilloso, propia de la obra del escritor Alejo Carpentier, pero aquí la idea es quedarnos con el planteamiento más simplificado, sin insinuar el contexto geográfico reclamado por Carpentier —América Latina—: lo real maravilloso recrea emplazamientos con una esencia especial, indómita incluso, que se hallan a través de la exploración, del viaje a territorios desconocidos o hace mucho tiempo perdidos en la memoria. En este aspecto, el bosque que devora la arquitectura en The nest tiene algo de real maravilloso, debido a que una ubicación familiar se ha deteriorado, resultando ignota y prestándose a la aventura por conocerla.


El hecho de que se denomine The nest tiene un doble significado. En primer lugar, resulta sencillo establecer una relación entre la palabra nest —nido en español— y el gigantesco boquete en el salón al cual ya se hizo referencia. El amasijo de tablones de madera originales de la construcción se mezcla con las ramas de los árboles y hojas en general, creando una forma más o menos circular, semejante a un nido de aves.


Finalmente, no puede olvidarse mencionar que la pintura está inspirada en Armonía en azul y oro: la habitación del pavo real —de ahí traer a colación el término nido en el título—, realizada por el pintor James Whistler en 1877. Esta obra de interiorismo, en un estilo anglo-japonés, fue concebida para un adinerado particular, aunque actualmente está musealizada fuera de su localización nativa. El sentimiento de sublimidad se remarca por el pensamiento de que una habitación tan especial, artística, de Whistler, pueda desaparecer con lentitud entre el agua y la abigarrada vegetación, pese a no perder, al menos todavía, ni un ápice de su belleza y singularidad. La belleza de la ruina romántica, al fin y al cabo, resuena en el público. Como Brostrup pinta guardando recuerdos de lugares visitados por él, y basándose igualmente en fotografías de estos, resulta lógico que se haya inspirado en una ubicación totalmente real para The nest.

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