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Comentario: Can't help myself. Sun Yuan and Peng Yu. 2016-2019

  • Foto del escritor: Andrea García Casal
    Andrea García Casal
  • 20 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

Can't help myself. 2016-2019. Instalación robótica (robot industrial Kuka, acero inoxidable y caucho, éter de celulosa en agua coloreada, rejilla de iluminación con sensores de reconocimiento visual Cognex y pared de policarbonato con marco de aluminio). 700 x 700 x 500 cm.

Vídeo perteneciente a: Solomon R. Guggenheim Museum.


Les artistas Sun Yuan y Peng Yu conforman un dúo de lo más particular. Siendo muy controvertides y crítiques con su tiempo, actualmente se vuelcan en el uso de materiales grosso modo convencionales, pues durante finales de los años noventa y sobre todo en los inicios del milenio, se decantaron por emplear animales, tanto vivos como muertos. Incluso, se valieron de fetos humanos. Se desconoce si han tenido problemas legales por este hecho, pero está claro que a nivel ético, las piezas que utilizan materiales basados en seres humanos y animales son rechazadas casi de forma unánime —exceptuando algunos círculos de la teoría del arte—.


En cualquier caso, Can't help myself prueba ese cambio de tendencia citado en estes artistas experimentales de China, ya que aquí usaron un robot industrial, basado en un enorme brazo automatizado —conectado a la corriente— con inteligencia artificial que estaba programado para recoger del suelo un líquido rojo con su cabezal de caucho, evitando que se derramara lejos del perímetro predeterminado. A su vez, la obra se encontraba encerrada en un espacio expositivo propio. Por cierto, se trató de un encargo del Solomon R. Guggenheim Museum a Sun Yuan y Peng Yu.


En sus comienzos, la instalación realizaba múltiples movimientos, incluso semejantes a bailes, mostrándose muy dinámica, además de volcarse en su función principal de limpiar el líquido. Sin embargo, en 2019 su actividad se redujo considerablemente, con pocas energías y un aire decadente. Les artistas desconectaron la obra ese mismo año, así que la mejor manera de apreciarla ahora es a través de la reproducción de las filmaciones que se hicieron a lo largo de su ''vida'' y que documentan una suerte de ciclo vital de la obra de arte.


El trasfondo conceptual de la obra es muy amplio. La noción de sangre que se derrama en las fronteras por los conflictos surgidos de la emigración para intentar encontrar una vida mejor, o bien con el propósito de huir de las guerras y regímenes constrictores, está muy presente. Es más, la semejanza entre el líquido teñido de rojo con la sangre resulta fundamental. Asimismo, la pieza sirve para juzgar la presencia cada vez mayor de las tecnologías en nuestras vidas, la cual puede llegar a monitorearnos, sea con fines positivos, como la seguridad en general para la población, o negativos, por ejemplo, el control político contra opiniones y actos disidentes. Cabe recordar la procedencia de Sun Yuan y Peng Yu y el régimen político de gobierno en su nación, con el hegemónico Partido Comunista de China al mando. Empero, no resulta baladí afirmar que la visión negativa de países como China que suele arrojar Occidente también camufla otros comportamientos semejantes en nuestra cultura, variando enormemente su manifestación de un país a otro.


Con todo, la instalación también alude a la monotonía que puede afectar a la vida, pues es muy frecuente caer la repetición, incluso sin ser conscientes de la necesidad de romper con la rutina y resquebrajar ciertos esquemas para no anclarnos en una existencia que termina oprimiéndonos.


Como dos datos curiosos más que añadir, es práctico decir que la instalación se movía de forma desesperada al final de sus días, realizando además unos chirridos potentes, como si agonizara. Por tanto, el público debió sentir gran pesar por la instalación, generándose empatía hacia una máquina que recreaba, en cierto modo, comportamientos de los seres vivos, particularmente de la humanidad.


A colación de esto, se presenta el segundo y último dato, y es que desde hace unos años hasta hoy día la pieza se ha vuelto muy popular en redes sociales, compartiéndose vídeos de cómo se encontraba en 2019 a lo largo de la Bienal de Arte de Venecia. Así, se ha estado revalorizando únicamente el concepto de desesperación, al igual que el de destino triste, lo cual es llamativo porque la instalación también expresaba una mayor alegría y dedicación al principio, pero este aspecto queda normalmente menos recogido.

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