Comentario: Binomio. Jordi Ll. Roig. 2024
- Andrea García Casal
- 30 nov 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 feb

Binomio. 2024. Técnica mixta (incluyendo acrílico, rotulador y lápiz) sobre lienzo. 210 cm x 120 cm.
Imagen perteneciente a: Jordi Llagostera Roig.
El artista Jordi Llagostera Roig, mejor conocido por Jordi Ll. Roig, ha realizado la obra Binomio en el contexto de su última serie Reborn, la cual sintetiza todos sus progresos artísticos hasta la fecha.
Esta pieza es el resultado de un ensamblaje de cuatro telas que, unidas desde el comienzo, conforman una composición unitaria, aunque no exenta de grandes desemejanzas entre las diversas partes. A pesar de la diferencia en la concepción, puede recordar al enorme lienzo Un mundo de Ángeles Santos Torroella (1929), que originalmente se preparó con lienzos cosidos, para lograr las extraordinarias dimensiones de la pieza.
Aquí, Roig se ha basado en la repercusión de la técnica del cadáver exquisito en el surrealismo catalán; esta técnica se basa en la creación de una obra colectiva, habitualmente un dibujo o collage, en la que cada artista interviene sin poder ver lo que ha plasmado el anterior en el soporte. De esta manera, se garantiza el resultado azaroso tan ansiado por el surrealismo.
En Binomio, nuestro protagonista reinterpreta el concepto de cadáver exquisito, tan arraigado en la tradición vanguardista catalana, y de la que es continuador, en cierto modo, por sus orígenes gerundenses. Ha generado el cadáver exquisito a partir de la noción de individualidad en conflicto; las cuatro divisiones a nivel de soporte legitiman que el personaje humano, aunque mutado, se simbolice de formas diferentes y contradictorias entre sí.
Sin embargo, no se trata de una obra puramente autobiográfica, aunque sí es cierto que Roig busca mostrar, en general, la interioridad compleja del ser humano. Específicamente, está hablando de la personalidad, tan plural, que tiene numerosos matices dependiendo de cada individuo. Y, muy en especial, se refiere a las caras aparentemente discordantes de la personalidad que, cuando salen a la luz, producen un tremendo choque, sobre todo a quien las descubre. Para llevar a cabo la obra, Roig ha dejado que la arbitrariedad participara lo más posible en el proceso creativo, improvisando en la mayor parte de la ejecución plástica; todo un acto postsurrealista.
La figura bicéfala representada está dotada de un par de brazos y siete piernas. Tiene un rostro demoniaco y otro de apariencia más dulce, incluso angelical. La cabezas están ligadas al mismo cuello, que sale de un tronco vestido de traje, corpulento. No obstante, el término de los brazos en las manos es disonante; la mano izquierda tiene un aspecto más realista, mientras sujeta una cesta con manzanas; entretanto, la mano derecha se asemeja a unas garras afiladas.
En esta área de la obra, llama la atención el contraste de la continuación del tronco, ya que la zona del vientre representa la figura esquemática de un feto dentro del útero. Por tanto, se ocasiona una ruptura de continuidad en el tronco del personaje, que por su parte superior es forzudo, vestido de traje, mientras que el fragmento inferior refleja una auténtica ecografía fetal, y además simula que lleva un vestido o falda. De una manera llana, Roig plantea la inestabilidad de la identidad de género, en concreto del binarismo de género, así como que las características tradicionales asociadas a lo femenino y a lo masculino han perdido sentido. Recuerda lo mutable que es la identidad de género, y también del poco valor que tiene actualmente la atribución de unos rasgos físicos, psíquicos u otros según seamos mujeres, hombres, etc.
Con todo, del final del tronco surgen siete piernas, aunque algunas de estas son en realidad patas animales, desmembradas o deformadas. Un auténtico binomio, en el que el personaje desdobla todas sus particularidades, incluso aquellas más herméticas y extrañas para el público.
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